Después de una serie de posts hablando de lo que NO hay que
hacer en prevención de adicciones, llega el momento de ofrecer ideas sobre lo
que se puede hacer. En este post, me dedicaré a definir el terreno en el que nos
movemos, tanto conceptual como lingüístico. A veces, lo que decimos lleva una
carga de significados de los que hay que ser consciente, porque revelan mucho
de nuestro planteamiento al abordar el asunto. Algo de eso ya comenté en un viejo artículo.
En primer lugar, debemos ser conscientes de lo que
perseguimos. Del objetivo a alcanzar, de la meta que se ambiciona. No es lo
mismo hablar de prevención del consumo de drogas que hablar de prevención de
adicciones. Para ilustrar este asunto, propongo un breve ejemplo que he
utilizado, en ocasiones, dentro de la formación de profesionales en prevención:
En la población A, se desarrolla un programa de prevención
relacionado con el alcohol; al cabo de diez años, se realiza una encuesta que
tiene el siguiente resultado: el 90% de la población no consume alcohol, pero
del 10% que sí lo hace, más de la mitad tienen problemas de salud, presentan
abusos puntuales, muchos han desarrollado alcoholismo y han cometido delitos
relacionados con el estado de embriaguez.
En la población B, también se desarrolla un programa de
prevención relacionado con el alcohol, aunque con otra orientación; allí, al
cabo de 10 años, la misma encuesta revela que sólo un 50% de la población no
consume alcohol; dentro de la mitad que sí lo hace, apenas hay episodios de
embriaguez, los problemas de salud relacionados con el consumo abusivo de
alcohol son muy escasos, apenas aparecen problemas de alcoholismo y la tasa de
delitos asociados a la embriaguez es muy inferior a la de la otra población.
¿Qué población ha llevado a cabo una mejor prevención?
La respuesta no es sencilla. Probablemente, los objetivos del
programa de prevención de la población A y de la población B eran muy
diferentes. Aunque a los dos se los engloba dentro del concepto “programas de
prevención”. Pero podemos deducir que la
meta que el primer programa perseguía era la prevención del consumo, mientras
que la del segundo era la prevención de los riesgos asociados al consumo, entre
ellos la adicción. A fuerza de ser sinceros, parece que el estado de la población
B, diez años después, es mejor que el de la población A, aunque el porcentaje
de consumidores sea superior.
Esta diferencia de matiz entre cada tipo de prevención tiene
su importancia. Porque determina políticas, planteamientos, perspectivas e
incluso contenidos que guían un programa de prevención hacia uno u otro lado.
Por ello, es importante ser consciente, como profesionales, de en qué posición
nos ubicamos. Es evidente que en estos asuntos, no hay dicotomías ni
manierismos; existe un continuum cuyos extremos ideales, en términos de visión
del mundo, serían bien diferentes. Un extremo sería el de una sociedad sin
consumidores, y por ello, libre de problemas de salud, de delincuencia, etc… El
otro sería una sociedad de consumidores, que desarrollan su consumo de manera
responsable y, por ello, la sociedad también estaría libre de problemas de
salud, de delincuencia, etc… ¿Es posible que se produzcan en la realidad cualquiera
de estas dos posibilidades, de una manera absoluta? Desde mi punto de vista,
no.
Lo cierto es que muchos de los programas y campañas de
prevención que se han desarrollado a lo largo de los años están más orientados
según el primer extremo. La idea de partida es bien sencilla: nos encontramos
con personas que tienen problemas muy graves asociados al consumo de
sustancias, y que afectan al conjunto de la sociedad; si la gente no consume
sustancias, desaparecerán los problemas. Ésta es una visión, no sólo ingenua,
sino simplificada y, por ello, condenada a fracasar. La raíz del fracaso tiene
muchas ramificaciones:
-
- En primer lugar, no se admite dentro del
razonamiento que hay muchas personas que consumen sustancias y no tienen problemas por
ello.
-
- En segundo lugar, se parte de una demanda (y una
alarma) social asociada a las personas con problemas, y no se hace un análisis
genérico de la situación del consumo y de los consumidores.
-
- En tercer lugar, se sitúa el problema en el
consumo, y no en otro concepto diferente: la adicción.
-
- Una última cuestión tiene que ver con la manera
de conceptualizar todo esto: si “la culpa” (seguimos presos, nos guste o no, de
la tradición católica; muy respetable, pero muy poco profesional) la tiene el
individuo, estamos haciéndole un flaco favor; así que se deposita en la
sustancia, maximizando su capacidad adictógena, las consecuencias negativas de su consumo, y llegando incluso a
convertirla en un ser malvado que toma decisiones por su cuenta, posee la
voluntad del pobre diablo y le obliga a hacer cosas que nunca hubiera hecho sin
ella. Un drama. Un drama que, por otra parte, descarga de responsabilidades al
individuo, a su entorno y al conjunto de la sociedad. Así dormimos todos más
tranquilos…
Por todo esto, desde el principio, hablo de prevención de
adicciones. Porque ése era el objetivo que se supone que debía perseguirse: que
las personas no llegaran a tener problemas de adicción, no que no consumieran
sustancias. Quien quiera desarrollar una tarea profesional en el campo de la
prevención de adicciones, así, deberá tener claro si lo que pretende es una
cosa u otra. Y dejo a su inteligencia que tome la posición más adecuada…
Me ha parecido muy interesante tu reflexión y me gustaría aportar la mía, especialmente en relación al último párrafo.
ResponderEliminarPersonalmente, creo que el objetivo no debe ser la "prevención de adicciones". Creo que, formulado así, sólo hace perpetuar la extendida idea de que los problemas asociados al uso de drogas toman la forma de "adicción". En realidad, en todo caso, debería hablarse de "prevención de los problemas derivados del uso de drogas" entre los que, indudablemente, estará la adicción pero no teniendo presente que no es el único. De hecho, la adicción puede ser más frecuente en ciertas formas de relación con las drogas (aquellas más basadas en el abuso, por ejemplo) mientras que en otro tipo de relaciones con las drogas (por ejemplo, las de tipo recreativo), los problemas suelen ser agudos (intoxicaciones, accidentes, etc....).
Felicidades y mucho ánimo para continuar!!
Corrijo un "no" que se me ha colado: "... estará la adicción pero teniendo presente que..." Disculpa.
EliminarEsta es otra de las cosas que tenía pendientes. Tienes toda la razón, Claudio, probablemente el concepto de prevención debe abarcar todos aquellos aspectos que pueden ser problemáticos en las relaciones con las drogas...
ResponderEliminarAsí que te compro la expresión con un matiz: "prevención de los problemas asociados al uso de drogas", incluyendo tanto la adicción como los que tú planteas...
Digo "asociados" y no "derivados" porque yo no tengo muy claro que la gallina sea antes que el huevo...
Muchas gracias (con muuucho retraso) por tu comentario!
Intentaré ser más disciplinado y publicar más asiduamente. De año en año, se pierden lectores, me temo... :P
Y, aun así, hay algo que me chirría... ¿cómo incluir en el concepto la adicción a las nuevas tecnologías, por ejemplo?
EliminarSaludos desde Sonora México. Me ha nutrido el articulo y me gustaría conocer más sobre todo por que dirijo un programa integral de prevención.
ResponderEliminaramoryconviccionac@gmail.com