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sábado, 3 de noviembre de 2012

Errores de la prevención de adicciones (III)

Error 5. Utilizar la prevención como operación de imagen.


Los presupuestos de las instituciones siempre han sido un misterio para los que hemos trabajado en la base. Los motivos por los que ciertos programas contaban con recursos insuficientes (y digo contaban, porque en el momento actual han desaparecido tal y como los conocíamos) en relación a la descomunal tarea que se quería desarrollar no acaban nunca de saberse. Pero, en el ámbito de la prevención, esto es especialmente sangrante.

Porque muchos de esos recursos económicos iban a parar a proyectos sin explicación posible, desde un punto de vista técnico. La diferencia entre el dinero destinado al desarrollo de programas de prevención y el destinado a campañas de publicidad que, teóricamente -sólo teóricamente-, estaban orientadas a la prevención, parece ser enorme, a favor de la segunda. Un día, hablando con un experto en este tema, me decía que las campañas no tienen ninguna funcionalidad preventiva; su razón de ser es, única y exclusivamente, el mandar un mensaje político, que dice "Nos preocupamos por este tema". Y, con ello, decantar al electorado hacia su opción política.

Su capacidad preventiva, por tanto, es nula. E incluso puede ser contraproducente, en algunos casos, abriendo puertas que antes no eran accesibles, si no se elige bien el momento y la población a la que se destina el mensaje. He aquí un ejemplo:


Este anuncio, aparte de ser enormemente desagradable, tiene una población diana evidente: los padres de los chavales y chavalas de cierta franja de edad, a los que, evidentemente, pretendía meter miedo. Pero era televisado, de manera continuada, los días de diario a las seis de la tarde, horario infantil y juvenil donde los haya. El mensaje final, por ende, era una profecía autocumplida: "La edad media de iniciación al alcohol es de 13 años". Flipante. Un chaval de 13 años que no hubiera tenido contacto con el alcohol estaría pensando que se estaba perdiendo algo. Otro de 12, que al año siguiente le tocaba. Lo peor de este asunto es que este tipo de campañas las lanza gente que, por otro lado, dice mostrarse contraria a normalizar el consumo; y, aparte de que el consumo de alcohol está más que normalizado en nuestro país -es un negocio para muchos, no lo olvidemos, y hay muchas reservas políticas a la hora de meterle mano-, con campañas como ésta están haciendo más por la extensión del alcoholismo que por su reducción. Y lo hacen precisamente quienes niegan la necesidad de más recursos humanos para el desarrollo de programas reales. Todo, porque les interesa más un puñado de votos que la salud de los chavales y chavalas. 

Al menos, queda la opción de analizar estos anuncios con los adolescentes y poner el mensaje en su sitio. Pero lo último que necesitan los profesionales de la prevención es que sus propios jefes dificulten su labor poniéndoles palos en las ruedas de la bici.

PD.: Dice una leyenda urbana que este anuncio fue fruto del capricho de alguien que quería dar salida a su creatividad periodística y publicitaria y decidió hacerlo dedicado a la prevención. Desde aquí, se le recomienda que lea bastante de prevención y menos de periodismo para hacer el siguiente...